miércoles, 16 de diciembre de 2020

LIBRO DE BUEN AMOR

 ...Por ELOY MAESTRE


Al cabo del tiempo he tropezado con el maravilloso Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, recuerdo de nuestros años estudiantiles en el Ramiro. Por primera vez lo he leído y releído completamente y la honda impresión causada me impulsa a ofreceros un comentario del mismo.

Borges, editor de la Biblioteca Personal de Ediciones Orbis, 1987, el volumen que manejo, puntualiza en el Prólogo que el Arcipreste: “padeció trece años de prisión por culpas no determinadas aún y en enero de 1351 ya no era arcipreste.”

 

No me compete analizar sus hermosísimos versos, en su mayoría alejandrinos de catorce sílabas, divididos en dos hemistiquios.

El Arcipreste de Hita escribió un libro con dos caras como el dios Jano, tupido de amores de toda laya: divinos y humanos. Trataremos de dilucidar sus amores favoritos según el tratamiento y extensión de unos y otros.

En los Preliminares, el Arcipreste aboga por los amores divinos y trata de explicar el sentido de su libro. Estos amores son tratados detalladamente al principio y al final del libro, dejando la parte central para los amores mundanos y las fábulas donde abundan los animales parlanchines.

 

 

Entrando ya en el texto, el Arcipreste apela a Aristóteles para afirmar que el mundo trabaja por dos cosas:

 

La primera por aver mantenencia y

por aver juntamiento    con fembra placentera

E yo, como soy omne,    como otro, pecador,

ove de las mujeres    a las vezes grand amor

 

Más adelante habla claramente de uno de sus amores:

 

e porque es costumbre     de mancebos usada

querer siempre tener    alguna enamorada,

por aver solaz bueno     del amor con amada

tomé amiga nueva,     una dueña encerrada:

 

de talla, muy apuesta,   e de gesto, amorosa,

loçana, doñeguil,        plazentera, fermosa

cortés e mesurada     falaguera, donosa

graciosa e donable    de amor en toda cosa

 

El Arcipreste pretende sucesivamente a dos mujeres que le rechazan porque nada les da, salvo las cantigas que les escribe.

En el enxiemplo más gracioso del libro, un lobo y una raposa disputan por un gallo. El lobo ve cómo le roba un gallo la raposa y le recrimina que robase lo ajeno. Como la raposa no le hiciera caso, presenta su querella ante un alcalde llamado don Ximio de esta manera:

 

En casa de don Cabrón,    mi vasallo e quintero,

entró a furtar de noche,    por cima del fumero;

sacó, furtando, el gallo     nuestro pregonero:

levólo e comiólo        a mi pesar en tal ero.

 

El abogado de la raposa responde por ella:

 

Otrosí le apongo      que es descomulgado

de mayor descomunión por      costitución de legado,

porque tiene barragana        pública, e es casado

con su mujer doña Loba,       que mora en Vil Forado;

 

La manceba es la Mastina     que guarda las ovejas

por ende lo que pide      non vale dos arvejas,

nin le deven dar respuesta       a sus malas consejas

asselvet a mi comadre,       vaya se de las callejas.

 

El alcalde falla el pleito absolviendo a la raposa, aunque no entra a valorar la descomunión contra el lobo pedida por el abogado.

 

Don Amor da una respuesta al Arcipreste recomendándole una alcahueta:

 

Puña, en cuanto puedas,      que la tu mensajera

sea bien razonada,     sotil e costumera:

sepa mentir fermoso     e siga la carrera,

ca más fierbe la olla      con la su cobertera

 

Trata con una alcahueta llamada Trotaconventos y Urraca de nombre:

 

Por amor de la mi vieja,     por decir buena razón

<Buen Amor> dixe al libro      e a ella toda sazón;

desque bien la guardé      ella me dio mucho don:

non ay pecado sin pena     nin bien sin galardón.

 

Cuenta más adelante varios encuentros con serranas, del primero dice:

 

Desque fui un poco estando,

fuime más desarreziado

como me iva calentando

assí me iva sonriendo;

oteóme la pastora,

diz: <compañero, agora...>

<¡Creo que te vo entendiendo!>

 

La vaqueriza traviessa

dixo: <Luchemos un rato:

liévate dende apriessa,

desbuélvete de aqués hato.>

 

Por la muñeca me priso

ove de hazer cuanto quiso

¡Creet que fiz buen barato!

 

Relata también otro encuentro con serrana sin final feliz:

 

tomóme por la mano       e fuéramos en uno.

Era nona passada      e estaba yo ayuno;

desque en la choza fuymos     - non fallamos ninguno -

díxome que jugássemos    el juego <por mal del uno>

 

Yo le dixe: <por Dios, amiga,      más querría almorzar:

que ayuno e arrezido      non ome podría solazar,

si ante non comiesse     non podría bien jugar>.

Non se pagó del dicho,      e quísome amenazar

 

Más tarde habla de otros dos encuentros con serranas, a las que pide hospedaje pero no se lo dan. El motivo lo explica la última con claridad:

 

non ay mercadero

bueno, sin dinero;

e yo non me pago

del que non da algo

nin le do posada;

 

nunca de omenaje

pagan ostalaje

por dineros faze

omne quanto plaze:

cosa es provada.>

 

 

El Arcipreste ama a las dueñas chicas, es decir a las mujeres pequeñas, y les dedica versos bellos  y sentidos:

 

Es en la dueña pequeña      amor grande e non de poco

Dueñas di grandes por chicas      por grandes chicas non troco.

Por ende de las mujeres      la mejor es la menor

 

Trotaconventos le aconseja que amase alguna monja:

 

Todo plazer del mundo      e todo buen doñear

solaz de mucho sabor      e el falaguero jugar,

todo es en las monjas      más que en otro lugar:

provadlo esta vegada      e queret ya sossegar.> 

 

El Arcipreste se convence y envía a Trotaconventos a uno de ellos por seducir a una monja con su parla lisonjera; al fin, ella consigue que él la vea y la conquista:

 

Oteóme de unos ojos      que parecién candela

yo sospiré con ellos     diz mi corazón: ¡héla!

Fuime para la dueña    fablóme e fabléla:

enamoróme la monja      e yo enamoréla

 

Atal fue la mi ventura      que, dos meses passados

murió la buena dueña.    ¡Ove nuevos cuidados!

A morir an los omnes     que son o serán nados

¡Dios perdone la su alma     e los nuestros pecados!

 

El Arcipreste envía a Trotaconventos a una mora que le rechaza:

 

Por olvidar la cuyta,      tristeza e pesar,

rogué a la mi vieja      que me quesiese casar.

Fabló con una mora,     non la quiso escuchar:

ella fizo buen seso    yo fiz… mucho cantar.

 

Trotaconventos muere y el Arcipreste la llora porque ha perdido la mejor ayudante para sus conquistas.

 

Así que, ¡mal pecado!,     la mi vieja es muerta

murió a mí sirviendo,     lo que me desconuerta;

non sé cómo lo diga:      ca mucha buena puerta

me fue después cerrada,    que ante me era abierta

 

Muerta Urraca, el Arcipreste encuentra un mozo llamado Hurón, del que dice pestes, pero estima necesario para que le busque mujeres:

 

díxele: <Hurón amigo,        búscame nueva funda>

 

 

Tras el verso 1.728, después de unos gozos de Santa María y cantares de ciegos, dice:

 

Finito libro isto

gratias domino Christo.

Este libro fue acabado jueves XXIII días de jullio del año del Nacimiento del Nuestro Salvador Jesucristo, de mil e trezientos e ochenta e nueve años.

 

Continúa con una cántica muy reveladora de los clérigos de Talavera que se quejan, reunidos en cabildo, de que don Gil, Arzobispo de Toledo, les ordene dejar sus mujeres:

 

que non toviés manceba      casada nin soltera:

cualquiera que toviés     descomulgado era.

 

El deán propone apelar al Rey de Castilla antes que dejar a Orabuena

 

que maguer que somos clérigos       todos somos carnales

 

El tesorero reniega de la orden afirmando que dejará Talavera y se irá a Oropesa antes que dejar a Teresa. El chantre indica que la suya es huérfana y él la crió, y mantenerla como sirvienta es obra de caridad. Luego, se atreve a amenazar al Arzobispo, diciendo que si lo tuviese a mano:

 

yo le daría tal buelta     que nunca viese al agosto.

 

El libro culmina en el verso 1709.

 

En mi edición se dice:

 

Éxplicit del manuscrito S: Éste es el libro del Arcipreste de Hita, el qual compuso seyendo preso por mandado del Cardenal don Gil, Arçobispo de Toledo. Laus tibi Christe, quoniam liber explicit iste. Alfonsus Paratinensis.

 

 

Conclusiones:

De los 1709 versos, 827 van dedicados a ensiemplos o enxiemplos, unas fábulas que intercala como explicaciones, lo que supone un 49 por 100 del total; 707 versos dedica a los amores humanos, un 41 por 100 y sólo 175 a los amores divinos, un 10 por 100. Los números indican que dedica cuatro veces más a los humanos que a los divinos. Parece que el Buen Amor es el de las mujeres.

Para comprender al personaje es preciso mostrar su contexto histórico:

El Arcipreste ofrece dos fechas precisas de terminación de su libro: 1381 y 1389.

Por aquel entonces, al Papa Urbano VI (1378 – 1379) le sucede Clemente VII (1378 – 1394) que fija su residencia en la ciudad francesa de Aviñón. Ambos Papas se excomulgan mutuamente manteniendo su cargo, en lo que se conoce como el Cisma de Occidente. El Concilio de Pisa (1409) depuso a ambos y nombró Papa a Alejandro V. En ese momento llegaron a convivir tres Papas.

Al enorme conflicto institucional se suma la degradación de costumbres en los eclesiásticos palpable en toda la época, que logra su máxima expresión durante el siglo siguiente con los Borgias españoles: Papas con amantes e hijos, posibles asesinos, dominados por las bajas pasiones.

El Arcipreste es un cura de su tiempo, amante de Dios y a la vez de las mujeres, lo que no se juzgaba incompatible.

 

Además de amores divinos y humanos, en el libro se habla constantemente de comida, lo que indica el hambre feroz sufrida en la época. Igual que en nuestra infancia veíamos en los TBO a Carpanta soñando siempre con un pollo asado, y en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial abundaban los dibujos de los encerrados de platos de comida, que pintaban para comer siquiera con los ojos, el Arcipreste desfallece de hambre en numerosas ocasiones (alguna conquista le falla por eso) y habla detalladamente de viandas que quizás nunca pudo catar.

3 comentarios:

  1. ME ha gustado muchisimo,y tu comentario final explicando el contexto historico,tambien.ENHORABUENA

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  2. Muy estimulante tu comentario; no he leído el Libro del Amor, y a lo mejor ahora me animo. Me ha gustado mucho y en especial tus conclusiones, muy lúcidas. Me llama la atención que “el buen amor” no se refiere realmente a amores platónicos y ni siquiera a enamoramientos del estilo de las incontables novelas románticas, como ha habido en toda la historia. No, ¡que va! El buen amor del Arcipreste es el del arte de la seducción, de llevar a la moza al huerto, cuanto antes mejor, aunque sea con ayuda de la trotaconventos y con alternativas cuando ésta desaparece; el hombre no podía vivir sin “mojar”. Boccaccio y su Decamerón es otro ejemplo de lo mismo. Es curiosa la convivencia en España de una severa Inquisición y el libertinaje eclesiástico imperante. Tampoco es sorprendente la coincidencia temporal de los Borgia o la multiplicidad papal con Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia, que ya iba de escándalo en escándalo; lo de las indulgencias quizás sólo fue el detonante…
    A modo de reflexión, pienso que la capacidad de enamorarnos a nuestra provecta edad no ha disminuido nada con el paso de los años; lo que evidentemente ha disminuido es nuestra capacidad de llevar al huerto a buenas mozas o de saltar muros de conventos. ¡Qué le vamos a hacer! Ahora que nuestra sabiduría en estas lides seguro que es superior a la de nuestros años mozos y que hemos perdido la timidez de entonces, nos faltan facultades físicas. El mundo es cruel.

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  3. Documentado, bien escrito, bien estructurado, divulgativo,......, estupendo, y podría seguir; enhorabuena Eloy

    Francisco González

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