...Por ELOY MAESTRE
Al cabo del tiempo he tropezado con el maravilloso Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, recuerdo de nuestros años estudiantiles en el Ramiro. Por primera vez lo he leído y releído completamente y la honda impresión causada me impulsa a ofreceros un comentario del mismo.
Borges, editor de la Biblioteca Personal de
Ediciones Orbis, 1987, el volumen que manejo, puntualiza en el Prólogo que el
Arcipreste: “padeció trece años de prisión por culpas no determinadas aún y en
enero de 1351 ya no era arcipreste.”
No me compete analizar sus hermosísimos versos, en
su mayoría alejandrinos de catorce sílabas, divididos en dos hemistiquios.
El Arcipreste de Hita escribió un libro con dos
caras como el dios Jano, tupido de amores de toda laya: divinos y humanos.
Trataremos de dilucidar sus amores favoritos según el tratamiento y extensión
de unos y otros.
En los Preliminares, el Arcipreste aboga por los
amores divinos y trata de explicar el sentido de su libro. Estos amores son
tratados detalladamente al principio y al final del libro, dejando la parte
central para los amores mundanos y las fábulas donde abundan los animales
parlanchines.
Entrando ya en el texto, el Arcipreste apela a
Aristóteles para afirmar que el mundo trabaja por dos cosas:
La primera por aver mantenencia y
por aver juntamiento con fembra placentera
E yo, como soy omne, como otro, pecador,
ove de las mujeres a las vezes grand amor
Más adelante habla claramente de uno de sus amores:
e porque es costumbre de mancebos usada
querer siempre tener alguna enamorada,
por aver solaz bueno del amor con amada
tomé amiga nueva, una dueña encerrada:
de talla, muy apuesta, e de gesto, amorosa,
loçana, doñeguil, plazentera, fermosa
cortés e mesurada falaguera, donosa
graciosa e donable de amor en toda cosa
El Arcipreste pretende sucesivamente a dos mujeres
que le rechazan porque nada les da, salvo las cantigas que les escribe.
En el enxiemplo más gracioso del libro, un lobo y
una raposa disputan por un gallo. El lobo ve cómo le roba un gallo la raposa y
le recrimina que robase lo ajeno. Como la raposa no le hiciera caso, presenta
su querella ante un alcalde llamado don Ximio de esta manera:
En casa de don Cabrón, mi vasallo e quintero,
entró a furtar de noche, por cima del fumero;
sacó, furtando, el gallo nuestro pregonero:
levólo e comiólo a mi pesar en tal ero.
El abogado de la raposa responde por ella:
Otrosí le apongo que es descomulgado
de mayor descomunión por costitución de legado,
porque tiene barragana pública, e es casado
con su mujer doña Loba, que mora en Vil Forado;
La manceba es la Mastina que guarda las ovejas
por ende lo que pide non vale dos arvejas,
nin le deven dar respuesta a sus malas consejas
asselvet a mi comadre, vaya se de las callejas.
El alcalde falla el pleito absolviendo a la
raposa, aunque no entra a valorar la descomunión contra el lobo pedida por el
abogado.
Don Amor da una respuesta al Arcipreste
recomendándole una alcahueta:
Puña, en cuanto puedas, que la tu mensajera
sea bien razonada, sotil e costumera:
sepa mentir fermoso e siga la carrera,
ca más fierbe la olla con la su cobertera
Trata con una alcahueta llamada Trotaconventos y
Urraca de nombre:
Por amor de la mi vieja, por decir buena razón
<Buen Amor> dixe al libro e a ella toda sazón;
desque bien la guardé ella me dio mucho don:
non ay pecado sin pena nin bien sin galardón.
Cuenta más adelante varios encuentros con
serranas, del primero dice:
Desque fui un poco estando,
fuime más desarreziado
como me iva calentando
assí me iva sonriendo;
oteóme la pastora,
diz: <compañero, agora...>
<¡Creo que te vo entendiendo!>
La vaqueriza traviessa
dixo: <Luchemos un rato:
liévate dende apriessa,
desbuélvete de aqués hato.>
Por la muñeca me priso
ove de hazer cuanto quiso
¡Creet que fiz buen barato!
Relata también otro encuentro con serrana sin
final feliz:
tomóme por la mano e fuéramos en uno.
Era nona passada e estaba yo ayuno;
desque en la choza fuymos - non fallamos ninguno -
díxome que jugássemos el juego <por mal del uno>
Yo le dixe: <por Dios, amiga, más querría almorzar:
que ayuno e arrezido non ome podría solazar,
si ante non comiesse non podría bien jugar>.
Non se pagó del dicho, e quísome amenazar
Más tarde habla de otros dos encuentros con
serranas, a las que pide hospedaje pero no se lo dan. El motivo lo explica la
última con claridad:
non ay mercadero
bueno, sin dinero;
e yo non me pago
del que non da algo
nin le do posada;
nunca de omenaje
pagan ostalaje
por dineros faze
omne quanto plaze:
cosa es provada.>
El Arcipreste ama a las dueñas chicas, es decir a
las mujeres pequeñas, y les dedica versos bellos y sentidos:
Es en la dueña pequeña amor grande e non de poco
Dueñas di grandes por
chicas por grandes chicas non troco.
Por ende de las mujeres la mejor es la menor
Trotaconventos le aconseja que amase alguna monja:
Todo plazer del mundo e todo buen doñear
solaz de mucho sabor e el falaguero jugar,
todo es en las monjas más que en otro lugar:
provadlo esta vegada e queret ya sossegar.>
El Arcipreste se convence y envía a Trotaconventos
a uno de ellos por seducir a una monja con su parla lisonjera; al fin, ella
consigue que él la vea y la conquista:
Oteóme de unos ojos que parecién candela
yo sospiré con ellos diz mi corazón: ¡héla!
Fuime para la dueña fablóme e fabléla:
enamoróme la monja e yo enamoréla
Atal fue la mi ventura que, dos meses passados
murió la buena dueña. ¡Ove nuevos cuidados!
A morir an los omnes que son o serán nados
¡Dios perdone la su alma e los nuestros pecados!
El Arcipreste envía a Trotaconventos a una mora
que le rechaza:
Por olvidar la cuyta, tristeza e pesar,
rogué a la mi vieja que me quesiese casar.
Fabló con una mora, non la quiso escuchar:
ella fizo buen seso yo fiz… mucho cantar.
Trotaconventos muere y el Arcipreste la llora
porque ha perdido la mejor ayudante para sus conquistas.
Así que, ¡mal pecado!, la mi vieja es muerta
murió a mí sirviendo, lo que me desconuerta;
non sé cómo lo diga: ca mucha buena puerta
me fue después cerrada, que ante me era abierta
Muerta Urraca, el Arcipreste encuentra un mozo
llamado Hurón, del que dice pestes, pero estima necesario para que le busque
mujeres:
díxele: <Hurón amigo, búscame nueva funda>
Tras el verso 1.728, después de unos gozos de
Santa María y cantares de ciegos, dice:
Finito libro isto
gratias domino Christo.
Este libro fue acabado jueves XXIII días de jullio
del año del Nacimiento del Nuestro Salvador Jesucristo, de mil e trezientos e
ochenta e nueve años.
Continúa con una cántica muy reveladora de los
clérigos de Talavera que se quejan, reunidos en cabildo, de que don Gil,
Arzobispo de Toledo, les ordene dejar sus mujeres:
que non toviés manceba casada nin soltera:
cualquiera que toviés descomulgado era.
El deán propone apelar al Rey de Castilla antes
que dejar a Orabuena
que maguer que somos clérigos todos somos carnales
El tesorero reniega de la orden afirmando que
dejará Talavera y se irá a Oropesa antes que dejar a Teresa. El chantre indica
que la suya es huérfana y él la crió, y mantenerla como sirvienta es obra de
caridad. Luego, se atreve a amenazar al Arzobispo, diciendo que si lo tuviese a
mano:
yo le daría tal buelta que nunca viese al agosto.
El libro culmina en el verso 1709.
En mi edición se dice:
Éxplicit del manuscrito S: Éste es el libro del
Arcipreste de Hita, el qual compuso seyendo preso por mandado del Cardenal don
Gil, Arçobispo de Toledo. Laus tibi Christe, quoniam liber explicit iste.
Alfonsus Paratinensis.
Conclusiones:
De los 1709 versos, 827 van dedicados a ensiemplos
o enxiemplos, unas fábulas que intercala como explicaciones, lo que supone un
49 por 100 del total; 707 versos dedica a los amores humanos, un 41 por 100 y
sólo 175 a los amores divinos, un 10 por 100. Los números indican que dedica
cuatro veces más a los humanos que a los divinos. Parece que el Buen Amor es el
de las mujeres.
Para comprender al personaje es preciso mostrar su
contexto histórico:
El Arcipreste ofrece dos fechas precisas de
terminación de su libro: 1381 y 1389.
Por aquel entonces, al Papa Urbano VI (1378 –
1379) le sucede Clemente VII (1378 – 1394) que fija su residencia en la ciudad
francesa de Aviñón. Ambos Papas se excomulgan mutuamente manteniendo su cargo,
en lo que se conoce como el Cisma de Occidente. El Concilio de Pisa (1409)
depuso a ambos y nombró Papa a Alejandro V. En ese momento llegaron a convivir
tres Papas.
Al enorme conflicto institucional se suma la
degradación de costumbres en los eclesiásticos palpable en toda la época, que
logra su máxima expresión durante el siglo siguiente con los Borgias españoles:
Papas con amantes e hijos, posibles asesinos, dominados por las bajas pasiones.
El Arcipreste es un cura de su tiempo, amante de
Dios y a la vez de las mujeres, lo que no se juzgaba incompatible.
Además de amores divinos y humanos, en el libro se
habla constantemente de comida, lo que indica el hambre feroz sufrida en la
época. Igual que en nuestra infancia veíamos en los TBO a Carpanta soñando
siempre con un pollo asado, y en los campos de concentración de la Segunda
Guerra Mundial abundaban los dibujos de los encerrados de platos de comida, que
pintaban para comer siquiera con los ojos, el Arcipreste desfallece de hambre
en numerosas ocasiones (alguna conquista le falla por eso) y habla
detalladamente de viandas que quizás nunca pudo catar.
ME ha gustado muchisimo,y tu comentario final explicando el contexto historico,tambien.ENHORABUENA
ResponderEliminarMuy estimulante tu comentario; no he leído el Libro del Amor, y a lo mejor ahora me animo. Me ha gustado mucho y en especial tus conclusiones, muy lúcidas. Me llama la atención que “el buen amor” no se refiere realmente a amores platónicos y ni siquiera a enamoramientos del estilo de las incontables novelas románticas, como ha habido en toda la historia. No, ¡que va! El buen amor del Arcipreste es el del arte de la seducción, de llevar a la moza al huerto, cuanto antes mejor, aunque sea con ayuda de la trotaconventos y con alternativas cuando ésta desaparece; el hombre no podía vivir sin “mojar”. Boccaccio y su Decamerón es otro ejemplo de lo mismo. Es curiosa la convivencia en España de una severa Inquisición y el libertinaje eclesiástico imperante. Tampoco es sorprendente la coincidencia temporal de los Borgia o la multiplicidad papal con Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia, que ya iba de escándalo en escándalo; lo de las indulgencias quizás sólo fue el detonante…
ResponderEliminarA modo de reflexión, pienso que la capacidad de enamorarnos a nuestra provecta edad no ha disminuido nada con el paso de los años; lo que evidentemente ha disminuido es nuestra capacidad de llevar al huerto a buenas mozas o de saltar muros de conventos. ¡Qué le vamos a hacer! Ahora que nuestra sabiduría en estas lides seguro que es superior a la de nuestros años mozos y que hemos perdido la timidez de entonces, nos faltan facultades físicas. El mundo es cruel.
Documentado, bien escrito, bien estructurado, divulgativo,......, estupendo, y podría seguir; enhorabuena Eloy
ResponderEliminarFrancisco González